top of page

Maternidad y exilio

  • moromercedes
  • 19 may 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 6 jun 2020


ree



Uno de los retos más extremos que pude vivir una mujer es la maternidad, seguramente hay muchos, nada viene fácil en este mundo y menos para las mujeres. Pero la maternidad te agarra desprevenida eso es una verdad que ninguna puede negar.


Esos primeros días, semanas, meses, años….. llamados puerperio, nos llegan a todas como un huracán fuera de control, son tiempos de dificultosa indiferenciación entre la madre y el bebe, donde la adaptación es fundamental y la actitud ante este cambio determinará como se viva. Podrà llegar a ser muy angustiante o una bendición. Es una etapa de gran fusión emocional entre la madre y el hijo, de altísima sensibilidad emocional, muy íntima entre dos seres que eran los mismo y poco a poco conforme el bebé va tomando independencia se van separando.


Pero el tema aquí es el exilio con todas sus aristas, las buenas, las divertidas y las dolorosas también. En este caso la vivencia del exilio y la maternidad puede estar teñido de una enorme sensación de soledad, de falta de gente, de personas conocidas, amigos, familiares, de lo habitual y de lo que nos haría sentir cómodos y seguros en una situación tan sensible.


En general las madres del exilio contamos con pocas personas, contamos con nuestra pareja por supuesto, algún familiar que viene, la madre, la suegra, una hermana o hermano y poco más y como siempre estan un puñado de personas con muchas ganas de dar consejos útiles y a la vez muy inútiles, ya que para una primeriza mientras más le dices que tiene que hacer más angustia le generas………. no sabe que hacer y lo mejor en ese caso en confiar en nosotras y nuestro instinto.


Antes de que nazca el bebe la mayoría de nosotras caemos en la falsa idea de la omnipotencia de la madres, nuestra ignorancia es tal que creemos que podemos hacerlo todo; puedo tener el bebé, criarlo, trabajar, teta a demanda, biberón cuando lo necesite, salir con mis amigas o mi esposo y claro, seguir trabajando. Esto es poco realista, lindo, pero muy poco realista, tener un bebé es un cambio tan extremo, profundo y radical en la vida que la única manera que puedo definirlo desde mi humilde experiencia es que te redefine como persona, te replantea tu existencia, tu rol y tu lugar en este mundo, tu misma importancia baja dos escalones.


Los términos dependencia- independencia se redefinen y se fusionan a la vez en algo incomprensible e indefinible. Sigues siendo tú, pero a su vez ahora eres alguien más y en cierta medida, algo menos, has cambio para siempre, eso es indiscutible. Este periodo de adaptación es el más difícil, más si eres madre primeriza, es confuso y emocionalmente inestable y a veces estar muy acompañado, tener mucha ayuda no es necesariamente lo mejor.


En un periodo donde prima la reflexión y la capacidad de la madre de aceptar los cambios, de entregarse a la introspección y a la angustiante pero a su vez fascinante fusión con un nuevo ser, lo mejor no es tener mucha ayuda sino la adecuada. Uno de los retos más importantes de las madres en el exilio es saber buscar los apoyos adecuados. Cuando estamos en nuestro hogar, patria, casa, como lo quieran definir, los apoyos ya están, no los podemos elegir y muchas veces es difícil “gestionarlos”, una de las pocas pero interesantes ventajas del estar lejos es que podemos elegir de quienes nos rodeamos, buscar a aquellas personas con las que nos sentimos más identificadas en vez de tener que aguantar la interminable y a veces incontrolable lluvia de personas y consejos bienintencionados pero que no pedimos. Digamos que de alguna manera podemos compensar la soledad en la falta de lo familiar por lo elegido y afín a nuestras creencias y valores.

En estos casos el rol de la pareja también es vital, sobre todo desde la lejanía: es importante hacer “equipo” para poder compartir el peso de los cambios, que sepamos que queremos y poder decirle lo que esperamos de él, en que puede o no asistirnos. La pareja es importante, es nuestro más cercano apoyo, una adecuada comunicación puede hacer un mundo de diferencia.

El exilio es difícil lleva consigo una carga nostálgica importante no solo por lo que verdaderamente perdemos: me refiero a situaciones reales, momentos vitales que quisiéramos compartir, pero también está aquello que uno cree que se pierde y ahí entran una cantidad de fantasías cargadas de una constante nostalgia donde el ; “si mi mama estuviera aquí” “si esto me hubiera pasado estando en mi casa….”,”si estuviera allí sería mas fácil” “tendría más ayuda” etc; esta forma de pensar reviste un pensamiento mágico e irreal, la verdad es que es hermoso estar rodeado de familia y amigos, de lo conocido y familiar, pero la verdad es que la familia no siempre ayuda o en todo caso no actúa como nosotros fantaseamos que lo haría si estuvieran cerca. Lo mejor es trabajar con lo real y presente con lo que realmente tenemos y con la suerte de poder escogerlo.

Y es cierto, estando lejos se pierden cosas, momentos, memorias, pero también hay ganancias infinitas, hermosas y únicas, regalos constantes de la vida, momentos preciosos de la maternidad que solo nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos y que podremos valorar y disfrutar si somos capaces de verlas, vivirlas y agradecerlas.




 
 
 

Comentarios


Publicar: Blog2_Post
  • Facebook
  • Instagram
  • LinkedIn

©2020 por Mercedes Moro Psicologa. Creada con Wix.com

bottom of page